Desde el año 2012, y con gran motivación íntima y espíritu misionero, el Padre Martin Barta ha venido cumpliendo el apostolado de escribir para este Boletín, que nos conecta con la situación de la Iglesia que sufre y crea unión entre nosotros, como hermanos y hermanas de una misma familia eclesial. Esta familia y cada uno de nosotros le decimos “gracias”. Gracias por conducirnos por los caminos de esa caridad que fructifica en el tallo de la fe y difunde la fragancia de Cristo. Hemos aprendido a ver a la Iglesia como el Cuerpo vivo de Cristo y, por tanto, como la Verónica, a secar el santo rostro ensangrentado del Salvador en los sufrimientos de su Iglesia. Querido Padre Martin, te deseamos que crezcas constantemente en tu identidad sacerdotal en la escuela de María Santísima, es decir, en el verdadero servicio de la caridad, porque todos nosotros, aunque de modos diferentes, somos, en el fondo, mendigos de la misericordia divina.

A la vez que nos despedimos del Padre Martin, queremos dar una fraternal bienvenida al nuevo Asistente Eclesiástico Internacional, Padre Anton Lässer. El Padre Anton, miembro de la Orden de los Pasionistas, es conocido y apreciado en los países de habla alemana, donde ha venido prestando un valioso servicio sacerdotal, principalmente, en la formación teológica en el ámbito académico, así como en diversos campos de la pastoral.

Dentro de pocos días, al concluir el mes de mayo, tradicionalmente mariano, celebraremos la fiesta de la Visitación de María. La Santísima Virgen, movida por el Espíritu Santo, se puso en camino y, llena de una alegría inefable, se apresuró a visitar a su prima Isabel y a ofrecerle su servicio. No es difícil imaginar la alegría desbordante que nuestra Madre celestial albergaba en su corazón y su gran deseo de transmitirla. Después de un largo y penoso viaje por la región montañosa, entró en casa de Zacarías y saludó a su prima: “Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura [el pequeño San Juan] en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo” (Lc 1,41). Aquella casa fue transformada por la presencia de Jesús y María.

El saludo de María obró la transformación, porque llenó a Isabel del Espíritu Santo; y a través de su voz profética, como de una fuente inagotable, este hizo fluir sobre su prima un torrente de dones divinos. Porque adonde llega la ‘llena de gracia’, todo se inunda de alegría. Ante esta hermosa fiesta mariana, obra maestra del Espíritu Santo que celebramos el Domingo de Pentecostés, deseo de todo corazón transmitirle al Padre Martin, también en nombre de todos nuestros lectores y benefactores, mis mejores y fraternos deseos, para que lleve a todas partes la paz y la alegría del Evangelio de Jesús. Y al Padre Anton le deseo que en sus “visitas” a Königstein y a las diversas Oficinas y Delegaciones Nacionales de nuestra Fundación lleve consigo la llama del Espíritu Santo. ¡Que la Virgen María los acompañe!

Cardenal Mauro Piacenza