Solo en un mes han sido secuestrados tres sacerdotes en Nigeria. Mientras que dos han sido liberados, la muerte de uno de ellos ha sido confirmada.
ACN recibió ayer la confirmación oficial de la muerte del sacerdote Joseph Aketeh Bako de la diócesis de Kaduna en Nigeria.
El padre Joseph fue secuestrado en su casa el 8 de marzo. Aunque había rumores de que había muerto en manos de sus captores semanas atrás, las autoridades eclesiales no habían podido verificarlo hasta ahora. De acuerdo con reportes locales recogidos por ACN, otra persona que había estado secuestrado en el mismo lugar que el padre Joseph fue liberada dos semanas atrás. Esta persona le dijo al presidente del consejo parroquial de la parroquia del padre Joseph que el sacerdote murió en el campo a causa de enfermedad y los malos tratos. A pesar de esto, la familia mantuvo la esperanza de que pudiera ser liberado vivo hasta el último momento.
“El incremento del número de secuestros, asesinatos y de la violencia en general contra civiles, incluyendo miembros del clero de la Iglesia Católica, en muchas partes de Nigeria, es un flagelo que todavía está pendiente de ser abordado adecuadamente por las autoridades locales” afirma Regina Lynch, directora de proyectos de ACN International.
El padre Joseph fue uno de los tres sacerdotes católicos secuestrados durante el pasado mes de marzo. Otros dos sacerdotes, Leo Raphael Ozigi y Felix Zakari Fidson, fueron posteriormente liberados. En el mismo periodo, de acuerdo con una organización nigeriana que vigila estos actos de violencia, solamente en el estado de Kaduna 287 personas fueron asesinadas y 356 secuestradas.
Monseñor Matthew Manoso Ndagoso, arzobispo de Kaduna, habló sobre la difícil situación de secuestros y persecución el domingo de Pascua, hace apenas unas semanas: «No hay voluntad política para abordar los problemas de seguridad en este país. Las fuerzas de seguridad de Nigeria han demostrado que son capaces. Nuestro ejército puede hacerlo. Entonces, que esto esté sucediendo en nuestro país muestra que algo va mal. No tenemos a nadie más que culpar que al gobierno. Ellos dicen que controlan esta situación, pero nosotros pensamos que la situación les supera”.
Sin embargo, el arzobispo habló también de esperanza: “Sí, estamos sufriendo. Sí, estamos desanimados. Sí, mientras hablamos, miles de nigerianos están en las garras de secuestradores, y cientos de miles han perdido a sus seres queridos. Mucha gente aquí ha sido víctima de estos secuestros. En situaciones como esta, es fácil pensar, incluso para las personas más religiosas, que Dios los ha abandonado. Pero la resurrección de Jesucristo nos da esperanza. El Evangelio le está diciendo a la gente que Cristo resucitado está con nosotros.”