El presidente de la Conferencia Episcopal Pakistaní ha lanzado un vehemente llamamiento a las potencias mundiales para que se unan y exijan a las autoridades pakistaníes que actúen para proteger las vidas de los grupos religiosos minoritarios, los cuales sufren persecución y se ven cada vez más amenazados por el flagrante abuso de las tristemente célebres leyes de blasfemia.
El obispo Samson Shukardin, presidente de la Conferencia Episcopal Pakistaní, ha declarado que a menos que se aprueben leyes que tipifiquen como delito la invención de acusaciones de blasfemia, los cristianos y demás minorías asediadas nunca se sentirán seguros en su propio país. Su declaración coincide con la noticia del lunes, 3 de junio, de la muerte de Nazir Gill Masih, un cristiano de Sargodha de unos 70 años, que falleció en el hospital diez días después de ser atacado por una turba instigada por dudosas acusaciones de blasfemia contra él.
Mons. Shukardin afirma que este tipo de incidentes no harán más que aumentar a menos que las autoridades pakistaníes tomen medidas severas contra quienes se inventan esas acusaciones e impidan que las turbas se tomen la justicia por su mano aterrorizando a las víctimas, sus familias y sus vecinos.
En una entrevista con la fundación pontificia Aid to the Church in Need (ACN), Mons. Shukardin señala: «Es muy importante que se introduzca una legislación que imponga penas -incluso de cárcel- a quienes hayan acusado falsamente a alguien de blasfemia».
El prelado subraya que, dado el analfabetismo habitual entre los cristianos, es muy poco probable que esta minoría cometa una blasfemia intencionada, de acuerdo con el artículo 295B del Código Penal, que castiga con cadena perpetua la profanación del Corán. El obispo de Hyderabad es también presidente de la Comisión Católica Nacional Justicia y Paz, organización que actúa endefensa de los oprimidos de la Iglesia. En la entrevista, el obispo acusa a las autoridades pakistaníes de no hacer justicia a las víctimas de la ola de violencia contra los cristianos del pasado agosto en el distrito de Jaranwala, en Punjab, provocada también por una falsa acusación de blasfemia.
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Mons. Shukardin advierte de que ese y otros ejemplos de supuesta inacción gubernamental no han hecho sino envalentonar a más personas a utilizar las controvertidas leyes como arma contra minorías inocentes: «No se ha hecho nada para hacer justicia tras el incidente de Jaranwala. Eso es un desastre; no es bueno para las minorías. Hasta que el gobierno no se tome esto en serio y promulgue leyes que protejan a las minorías, especialmente a los cristianos -la principal minoría en Punjab-, la situación relativa al uso indebido de las leyes de blasfemia no hará más que empeorar. No pedimos nada que vaya en contra de Pakistán; simplemente pedimos que se protejan nuestras vidas y las de nuestras familias». Y añade: «Necesitamos justicia y seguridad para nuestras minorías y para todos aquellos que son maltratados por su religión o en base a algo que no esté de acuerdo con la dignidad humana». El obispo asegura en su entrevista con ACN que sólo la presión extranjera obligará a Pakistán a actuar: «Es preciso que la presión venga del exterior, de gobierno a gobierno».
Mons. Shukardin ha declarado que «la persecución está empeorando. Se sabe de los incidentes especialmente graves, como el de Jaranwala en agosto y el de finales de mayo en Sargodha, pero hay muchísimos más incidentes menores. La situación es alarmante. Cuando ves cuántos incidentes se están produciendo, empiezas a darte cuenta de que están aumentando día a día».
El obispo también ha hecho hincapié en que sólo una minoría de los musulmanes de Pakistán es hostil a las minorías, y ha añadido que el enorme volumen de declaraciones de condena a los ataques anticristianos del 25 y 26 de mayo en Sargodha por YouTube y televisión no tiene precedentes.