Cuando los terroristas invadieron la ciudad de Mocímboa da Praia, la mayoría de la población, incluidos los cristianos, huyó. Ahora, los cristianos que han regresado se reúnen en las ruinas de la iglesia local para rezar juntos todos los domingos a pesar de no tener acceso a los sacramentos y tampoco clero ni religiosos que los asistan.
Los católicos de Mocímboa da Praia, Mozambique, se reúnen los domingos junto a las ruinas de la iglesia de la Inmaculada Concepción, allí hay algo más que devoción: es un acto de resistencia y un símbolo de esperanza para los cristianos de esta ciudad portuaria, donde en octubre de 2017 comenzó la insurrección yihadista en la provincia mozambiqueña de Cabo Delgado.
Desde entonces, Mocímboa da Praia ha sido ocupada por los terroristas más de una vez, los signos de destrucción son visibles por doquier, especialmente en la iglesia, que fue quemada y arrasada en 2020 y de la que solo quedan ruinas cubiertas de vegetación. Esa zona de Mozambique es mayoritariamente musulmana, pero los cristianos que se quedaron o han regresado a Mocímboa se reúnen para rezar todos los domingos cerca de los muros calcinados de la iglesia o a la sombra de los mangos cercanos.
Ya no quedan sacerdotes ni religiosos en esta ciudad, que permanece bajo amenaza constante. La mayoría de los cristianos huyeron, pero según fuentes del lugar, más del 60% de los que huyeron han regresado. Vicente Gabriel, un catequista local, cuenta a ACN que sintió el impulso de volver al lugar que llama su hogar desde que se trasladó allí hace casi veinte años: “Soy un cristiano de Mocímboa da Praia, aquí recibí el bautismo en 1995, la confirmación y me casé en 2019. Cuando los terroristas ocuparon la ciudad, la parroquia quedó abandonada. Nos fuimos a Pemba, pero luego regresamos. Ahora estamos aquí, pero no tenemos nada… La iglesia fue destruida, al igual que la casa parroquial”. La fe, sin embargo, sigue viva: “Nos reunimos aquí todos los domingos, bajo los árboles de mango, y rezamos con la comunidad. Las condiciones son terribles, pero no nos rendimos. Seguimos practicando nuestra fe y damos gracias a Dios”, explica en un mensaje de audio enviado a ACN.
En un vídeo enviado a la Fundación Pontificia Internacional por Herminio José, un periodista local, explica: “Los fieles empezaron a rezar aquí de nuevo en 2022, y para ello se sientan bajo los árboles, en el suelo o sobre las rocas, porque todo quedó destruido. El edificio no se puede salvar, por lo que no cabe hablar de una reconstrucción, sino de un edificio completamente nuevo”.
“Nuestra parroquia quedó muy dañada y hasta ahora no hemos recibido ningún tipo de ayuda, pero seguimos rezando con fe y esperanza”, asegura por su parte Teresa Mariano, que forma parte del coro parroquial. “Nos reunimos los domingos a primera hora de la mañana y rogamos a Dios que mande al Espíritu Santo sobre nosotros y que nos dé fuerzas para seguir adelante y para que nuestra parroquia no quede completamente abandonada”, cuenta a ACN, también en un mensaje de audio. “En esta parroquia a través de mi bautismo nací a la vida por segunda vez, por eso lloré cuando me enteré de que la iglesia había sido destruida”, recuerda Teresa.
Sorprendentemente, a pesar de la continua amenaza de actividad terrorista, los cristianos han seguido regresando a la ciudad, por lo que la comunidad ha ido creciendo: “Nos sentamos aquí a la sombra de los árboles, porque ni siquiera tenemos sillas. No obstante, seguimos rezándole a Dios. Más adelante, si todo va bien, Dios nos proporcionará la forma de adquirirlas”, indica Vicente Gabriel.
“Nuestro mensaje al mundo desde Mocímboa da Praia es que sigan rezando por nosotros. Debemos tener fe. Algún día, la parroquia de la Inmaculada Concepción volverá a ser lo que era, tenemos esa esperanza. Dios lo es todo. Tenemos valor, no podemos abandonar a Dios a causa de las circunstancias: todo esto son signos de vida”, concluye el catequista, quien destaca el hecho de que la vida comunitaria continúa, a pesar de la situación adversa.
ACN está en contacto con el obispo de Pemba para coordinar una posible ayuda a la reconstrucción de las capillas destruidas. Por el momento, lo que más preocupa a Mons. António Juliasse es la situación de la seguridad a largo plazo en Mocímboa da Praia, pero la diócesis está pensando en un proyecto de construcción de un salón parroquial, que también podría utilizarse como iglesia, como paso previo a una solución más permanente para cuando regrese la paz a la región.
Mons. António Juliasse recuerda cómo en una visita se sintió conmovido por la devoción y la alegría que presenció: “En julio del año pasado, visité una comunidad en el distrito Palma. Celebramos la misa bajo los mangos, con lluvia y frío, pero la gente permaneció allí dos horas, cantando y bailando. Me conmovió profundamente la esperanza que se veía reflejada en los rostros de la gente”.
La Fundación Pontificia Internacional sigue de cerca la situación en el norte de Mozambique. ACN ha aprobado recientemente un paquete de ayuda para la diócesis de Pemba que incluye: apoyo a los desplazados, ayuda para el sustento de 60 religiosas y 17 sacerdotes, apoyo a la formación de 48 futuros sacerdotes, así como proyectos relacionados con la asistencia espiritual a las víctimas del terrorismo y programas de evangelización por radio.