Dos sacerdotes han sido secuestrados en las últimas semanas en Haití, país sumido en una crisis sin precedentes. Mientras que uno de ellos consiguió escapar tras varios días detenido, el otro fue liberado ayer.

“¿Cuándo acabará esta ola de violencia?”, se pregunta el P. Dudley Pierre, Superior del padre Médidor – de la comunidad de Clérigos de Saint-Viator – secuestrado el 11 de marzo y liberado ayer.

En un mensaje enviado al arzobispo de Puerto Príncipe, Mons. Max Leroy Mésidor, remitido también a la fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el provincial describe el secuestro que tuvo lugar en la mañana del sábado, 11 de marzo, cerca de la residencia de la comunidad, en las afueras de Croix-des-Bouquets. El P. Jean-Yves Médidor salía de la casa cuando ocurrió. “Al cerrar la puerta, uno de nuestros guardias vio a unos hombres enmascarados perseguir al P. Jean-Yves. Luego nos dimos cuenta de que había otros vehículos esperando junto al cruce”.

Ante este suceso “doloroso y atroz”, el provincial de los Clérigos de San Viator utiliza términos como “violencia” y “anarquía” para describir la “hora sombría” que atraviesa el país.

Otro sacerdote recupera la libertad

El secuestro del P. Jean-Yves se produjo pocas semanas después de que otro sacerdote – el camerunés P. Antoine Christian Noah- lograra escapar ileso de los criminales que lo mantuvieron en cautividad durante diez días. Este sacerdote claretiano, de 33 años de edad, fue capturado cuando regresaba a Haití el 7 de febrero de un retiro en la República Dominicana. Según afirma, consiguió escapar al más puro estilo hollywoodiense haciendo un agujero en el tejado de la casa en la que lo tenían retenido. El intento de fuga tuvo éxito y, tras ponerse a salvo, el sacerdote fue trasladado a otro país.

En cuanto a sus días en cautividad, el P. Fausto Cruz Rosa, superior de los claretianos, asegura que el P. Jean-Yves “nunca tuvo miedo porque rezaba a su patrón”, san Antonio de Padua, y al Inmaculado Corazón de María. “Es un hombre de oración, muy espiritual y muy sereno”. Los secuestradores se sorprendieron de cómo un sacerdote podía soportar el cautiverio, porque a lo largo de diez días sólo le dieron de comer cuatro veces y un poco de agua”, añade el responsable de los claretianos en Haití.

Clima de inseguridad

Estos episodios ilustran el clima de gran inestabilidad e inseguridad que reina en Haití. Naciones Unidas calcula que sólo el año pasado se produjeron más de 1.300 secuestros y más de 2.000 asesinatos. La situación es especialmente grave desde julio de 2021, cuando fue asesinado el presidente Jovenal Moïse. Esta violencia, que hunde aún más al país en la miseria, fue denunciada durante la Noche de los Testigos organizada por ACN Francia el pasado 17 de enero. La Hna. Marjorie Boursiquot, presente en el acto, explicó que “todos los días hay asesinatos, violaciones y robos«, y que en cierto modo el año 2021 despunta en este contexto de inseguridad, hasta el punto de calificarlo de “página sombría”.

“En aquel año asistimos a un nivel de violencia sin precedentes entre bandas, al asesinato del presidente Jovenal Moïse, a otro terremoto -el segundo en una década- que mató a 2.500 personas, a un sistema sanitario al borde del colapso y a niveles dramáticos de inseguridad alimentaria”.

Recordando a la Hna. Dell’Orto

Con el país invadido por bandas armadas, nadie se siente seguro en ninguna parte y ni siquiera la Iglesia se ha librado de esta ola de violencia. “Todos, de una u otra manera, somos víctimas de esta situación, también ha habido casos de secuestros en la Iglesia”, dice la Hna. Marjorie Boursiquot, que destaca el caso de la Hna. italiana Luisa Dell’Orto de las Hermanitas del Evangelio, asesinada en junio del año pasado durante un robo en Puerto Príncipe. “Era una religiosa que realmente lo dio todo durante veinte años de servicio a los niños pobres de uno de los suburbios de la capital. Su muerte supuso un shock para todos nosotros”.

La Hna. Marjorie informa de que “muchas parroquias de las zonas más anárquicas han tenido que cerrar sus puertas por las amenazas de criminales”, y añade que, a veces, “los delincuentes incluso irrumpen en instituciones religiosas y matan y secuestran a su antojo. Las cosas están muy complicadas, pero no nos rendiremos”.