Los cristianos representan alrededor del 15% de la población de Egipto y están tan locos por el fútbol como sus compatriotas musulmanes; sin embargo, en la selección nacional no hay ni un solo copto.
A medida que la selección egipcia avanzaba en la Copa Africana de Naciones, la fiebre del fútbol volvía a apoderarse de la nación.
“Los egipcios están completamente locos por el fútbol. Les encanta”, afirma Manuel José, un técnico portugués que entrenó durante ocho años al Al-Ahly, el club más importante de Egipto, y que ha sido testigo directo de la pasión de los aficionados. “Cuando entrenaba en Egipto, el Estadio Internacional de El Cairo, con una capacidad de 100.000 personas, se llenaba tres horas antes de los partidos”.
Tony Ghali dejó Egipto hace años, ahora vive y trabaja en Alemania, desde donde ha seguido de cerca el avance de la selección egipcia en el torneo africano. Antes de cada partido, él y sus hijas se ponían sus camisetas de Egipto, impresas con el nombre del héroe nacional y jugador estrella, Mohamed Salah. Al igual que todos los egipcios rezaban por una victoria, pero Tony, como muchos otros cristianos coptos en su país, sabe que nadie del equipo egipcio reza de la misma manera que ellos. “Rara vez se ve un jugador cristiano en Egipto”, cuenta a la fundación international Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
No hay estadísticas oficiales sobre el número de coptos en Egipto, pero se estima que son entre un 10 y un 20 por ciento de la población. La gran mayoría pertenece a la Iglesia copta ortodoxa y una pequeña parte, a la Iglesia copta católica. El hecho de que ningún copto de ninguna confesión esté representado en el fútbol de alto nivel, y por tanto en la selección nacional, duele.
“Siempre me emocionará ver a la selección nacional, porque los jugadores representan al país, pero, por desgracia, no aprovechan todo el potencial del pueblo. Estoy seguro de que hay mucho talento entre los coptos”, dice Tony. “No es posible que entre el 20% de la población no haya nadie que sepa jugar al fútbol”, añade.
Su opinión es compartida por Andrew Youssef, un docente copto y doctorado en Teología residente en Canadá. “En general, diría que al copto medio le gusta muchísimo el fútbol y que se alegra de ver ganar a la selección nacional, aunque le moleste la discriminación de los coptos en este ámbito”, declara Youssef a ACN.
Pero ¿realmente hay discriminación? Por un lado, algunos aseguran que sí la hay y que va más allá del fútbol. Así, señalan el hecho de que tampoco hubo coptos en los últimos equipos olímpicos egipcios. Incluso la cabeza de la Iglesia copta ortodoxa, Tawadros II, comentó en 2018 en una entrevista al periódico egipcio Al-Youm Al-Saba que “resulta extraordinario que en ningún equipo de fútbol egipcio haya un solo copto que tenga buenas piernas y que haya pateado un balón en las calles cuando era niño”.
También hay musulmanes que comparten esta opinión. Así, el exjugador Ahmed Hossam, apodado “Mido”, que ha jugado en muchos clubes internacionales, dijo en abril de 2018 en una entrevista concedida a la televisión egipcia DMC que “lamentablemente, hay mucha gente en Egipto que tiene prejuicios por el color, la religión o la etnia. Debemos encararnos con estas personas y no esconder la cabeza en la arena. ¿Podéis creeros que en toda la historia del fútbol egipcio solo cinco cristianos hayan jugado al máximo nivel?”.
Entre los coptos abundan las historias de muchachos jóvenes rechazados por los grandes clubes durante las pruebas en cuanto se supo que eran cristianos, ya sea por sus nombres o, en un caso, por el tatuaje de una cruz que muchos jóvenes llevan en sus muñecas. Cuántos fueron en realidad casos de discriminación y cuántos fueron simplemente interpretados de esa manera por un pueblo que ha aprendido a ver la vida a través de la lente de la persecución, es imposible saberlo.
Tony Ghali explica a ACN que “quizás los clubes teman elevar a un egipcio cristiano a la categoría de héroe”.
A un jugador promesa llamado Mina Bindari -nombre inequívocamente cristiano-, un club le pidió que jugara con el nombre de Ibrahim. Al principio accedió, pero luego prefirió abandonar el fútbol profesional y formar una academia para ofrecer a los jóvenes jugadores cristianos una oportunidad de mejorar. Y como se niega a reemplazar una forma de discriminación por otra, la academia Je Suis está también abierta a los musulmanes, que constituyen alrededor del 10% de sus jugadores.
Otros, sin embargo, aseguran que el problema no es la discriminación. En su lugar, afirman que los padres cristianos disuaden a sus hijos de jugar fútbol y que la percepción de que la discriminación es generalizada da a los jóvenes jugadores coptos una excusa para abandonar cuando no superan las pruebas, en lugar de luchar por sus sueños.
En su entrevista con ACN, Manuel José se mostró ajeno a la idea de que los cristianos sufrieran discriminación en el fútbol. “Estuve allí durante la Primavera Árabe y vi cómo los aficionados al fútbol, coptos y musulmanes, codo con codo, protegían a los manifestantes de la policía. Todavía tengo en casa dos camisetas que pertenecieron a dos aficionados que murieron en las protestas. Después de la revolución hubo problemas, se quemaron algunas iglesias, pero luego las cosas se calmaron y ambas comunidades ahora se llevan bien”, asegura.
Los críticos de la teoría de la discriminación suelen destacar la figura del copto Hany Ramzy, antiguo jugador, capitán de la selección nacional y entrenador que cosechó grandes éxitos en Egipto y en el extranjero a pesar de su religión. El mismo Ramzy sostiene que nunca fue discriminado. Pero resulta revelador que su nombre no sea claramente cristiano y él mismo admite que durante años nadie en el fú tbol sabía que era copto.
A raíz de la derrota de Egipto en Camerún, no hubo celebraciones en casa, pero los aficionados tendrán otra oportunidad pronto, cuando sus jugadores se enfrenten a Senegal en una difícil eliminatoria en marzo, para intentar clasificarse para el Mundial de Qatar de este año. Tanto en la victoria como en la derrota, el fútbol sigue demostrando que tiene la capacidad de unir a la gente pese a sus diferencias. Sin embargo, a los coptos les parece que, en beneficio de todo el país, debería ahondarse más en este factor de unión.