El fin de semana deja un balance desgarrador en Ucrania. Las cifras oficiales del gobierno ucraniano hablan de miles de muertos, entre ellos 380 civiles, y más de 380.000 personas que buscan refugio en los países vecinos. Los combates se centraron en Kiev y Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania.

Magda Kaczmarek, responsable de los proyectos para Ucrania de la fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada(ACN), en contacto permanente con la Iglesia local, describe los acontecimientos más importantes de los últimos dos días. En la mañana del sábado los seminaristas de Vorzel, a las afueras de Kiev, fueron evacuados y trasladados a otra diócesis. “Hay combates en esa parte de Kiev, hemos recibido imágenes que muestran los muros del seminario dañados por piezas de artillería y proyectiles”, cuenta Kaczmarek. “Las comunidades religiosas también tuvieron que tomar medidas para protegerse, pasar la noche en el sótano, oscurecer las ventanas para no dar ninguna señal de vida…”.

Según Kaczmarek, la situación en Járkov es dramática, donde las calles están vacías y la gente se esconde en sótanos y búnkeres. Mons. Pavlo Honcharuk, obispo latino de Járkov-Zaporiyia, resiste desde hace unos días en un bunker con varias familias, también ha buscado refugio allí el obispo ortodoxo de la misma región. En medio de bombardeos incesantes Mons. Honcharuk ha mandado un mensaje de agradecimiento a la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada: “Estamos realmente sorprendidos y muy animados por la movilización de tantas personas no solo en todas partes de Ucrania sino también en el extranjero… y quiero agradecer especialmente a los benefactores de ACN que cumplen con su llamado, a través de ACN, a ser misericordiosos y mostrar su amor. Agradezco sinceramente a todos, a todo el equipo de ACN, a todos los empleados, voluntarios y benefactores”.

Mons. Honcharuk no se deja abatir por la terrible situación que están viviendo: “Deseo que esta guerra desatada termine lo antes posible. Pero a pesar de que  el mal se ha vuelto tan poderoso, muestra cuánto bien hay. En cierto modo, el mal que experimentamos exprime el buen jugo de la uva, y ese buen jugo es nuestra compasión, nuestro apoyo mutuo, nuestro amor mutuo. Esto muestra el verdadero rostro de cada uno de nosotros. ¡Que Dios los bendiga a todos! ¡Muchas gracias!” Y añade: “El mensaje es corto porque hay bombardeos todo el tiempo y yo también estoy un poco nervioso, pero intentamos actuar con normalidad. ¡Dios os bendiga!”.

En otros lugares, la situación se agrava por horas, como en Odessa, el puerto comercial más importante del país y situado en el estratégico Mar Negro. Los bombardeos aéreos y marítimos se han repetido durante el fin de semana y se teme que arrecien las luchas. En los primeros dos días de conflicto había largas colas en toda la ciudad y la falta de productos básicos como pan y combustible era terrible. Mons. Stanislav Shyrokoradiuk, obispo latino de Odesa, confirma que ahora está llegando ayuda de los países vecinos, “pero nosotros vivimos el hoy y ahora, la situación es crítica. ¡Nos quedamos aquí y pedimos oración!”.

En otras partes del país, como en Lviv, en la frontera con Polonia y fuera de la línea de combate, la Iglesia local sigue su labor de apoyo y ayuda a la población ante la llegada de miles de refugiados: “Finalmente, después de días duros, tengo algo de tiempo para escribir algunas palabras.Gracias a la ayuda del mundo, Ucrania resiste y creemos que sobrevivirá.Aquí ayudamos a los refugiados.Equipamos refugios antiaéreos, recibimos personas, sobre todo mujeres y niños, la mayoría se van al extranjero, pero tienen la oportunidad de descansar con nosotros.Y rezamos juntos.Gracias por todo”, dice la Hna. Natalia, religiosa de la congregación greco-católica de la Sagrada Familia en Lviv.

Por su parte Pater Justyn, padre paulino, que tuvo que desplazarse a la ciudad de Kamyanets Podilskij en el oeste de Ucrania, describía a ACN la situación: “Recorrer 150 km me llevó ocho horas. Las carreteras estaban llenas, la gente huía hacia el oeste… atascos, colas en el camino en las tiendas, farmacias, en las gasolineras. La gente está asustada porque no sabe lo que va a pasar. Muchos de mis amigos me llaman y me preguntan por qué Ucrania tiene que soportar tanto mal. Algunos quieren confesarse, pero no puedo aceptar su confesión por teléfono. Solo puedo decir ‘reconcíliate con Dios, arrepiéntete, pide sinceramente perdón y Él te escuchará’. Hay que orar».

Sin duda, uno de los más impresionantes testimonios que ha recibido la fundación, es la foto del bautizo de un joven en la catedral de Járkov. La imagen muestra al joven que se había estado preparando para el bautismo durante mucho tiempo y que pidió ser bautizado y recibir la Primera Comunión al ser movilizado para la guerra y llamado a filas.

La movilización de hombres entre 18 y 60 años es una de las consecuencias más traumáticas para muchas familias de todas las regiones del país. La encargada de proyectos de una de las eparquías, que está en contacto con la fundación para pedir ayuda de emergencia, acababa su email con una frase que habla por sí sola: “Mis dos hijos, ambos padres de familia, y mi marido han sido llamados a filas. Esta es nuestra realidad. Gracias por sus oraciones y su apoyo”.

En respuesta al estallido de la guerra en Ucrania, ACN ha aprobado un paquete de ayuda de emergencia de un millón de euros. Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo de ACN, ha señalado que de este dinero se beneficiarán los sacerdotes y religiosos que trabajan en parroquias, orfanatos y residencias de ancianos, y que atienden a los refugiados de todo el país.

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