Treinta años después de su regreso a Bangladesh, los jesuitas abren un nuevo noviciado en este país del sur de Asia, donde los cristianos son una pequeña minoría. Al permitir que los novicios preserven su formación inicial en la cultura y lenguas locales, los jesuitas esperan despertar más vocaciones.
“Una gracia de Dios”: así es como el superior de la misión jesuita de Bangladesh, el padre Ripon Rozario SJ, describe el apoyo prestado por la Fundación Pontificia Internacional ACN. Durante una visita a la sede central, el padre Ripon explica cómo treinta años después de su regreso al país, los jesuitas de Bangladesh están a punto de inaugurar un nuevo centro para el desarrollo de la Compañía de Jesús y la promoción de nuevas vocaciones.
Uno de los principales problemas que afrontan los jesuitas en Bangladesh es la formación de nuevos miembros para su orden. Hasta ahora, enviaban a los novicios al extranjero para su formación, especialmente a la vecina India. El padre Ripon, por ejemplo, estudió en India, en Irlanda y Roma antes de ser ordenado en 2013. “Un problema importante han sido las crecientes dificultades para conseguir visados para que los novicios estudien en el extranjero, además de otros problemas con pasaportes y diversos documentos”, señala el sacerdote.
“Como jesuitas, pensamos que es bueno que la formación inicial sea en la cultura y las lenguas locales. Rezamos juntos y entonces decidimos abrir un noviciado en el país”, explica el superior de la misión.
Una Iglesia pequeña, pero vibrante
Los jesuitas llegaron por primera vez a Bangladesh en 1576, pero por razones políticas se vieron obligados a abandonar su misión poco después. “No pudimos establecernos en el país hasta 1994, año en que los obispos católicos de Bangladesh nos invitaron a regresar”, explicó durante su visita a ACN. En la actualidad, hay 28 jesuitas en Bangladesh, la mayoría son bangladesíes.
“Dirigimos dos escuelas, una casa de retiros, varios programas espirituales y pastorales y un centro de pastoral juvenil llamado Magis Bangla”, enumera el padre Ripon. Además, la congregación dirige una parroquia con cuatro misiones para la población tribal. “Contamos con jesuitas de origen tribal”, señala el sacerdote, lo que les permite hablarle a la gente en su propia lengua.
Los cristianos representan una pequeña minoría en Bangladesh, un país mayoritariamente musulmán: “Bangladesh es un país pequeño, pero densamente poblado, con más de 170 millones de habitantes. Allí hay aproximadamente 500.000 cristianos, de los cuales unos 300.000 son católicos”. La Iglesia católica “ha contribuido inmensamente al desarrollo del país”, asegura el sacerdote, “sobre todo, en los ámbitos de la sanidad y la educación”.
“Los bangladesíes son personas religiosas”, asegura. “La Iglesia es vibrante y llevamos a cabo numerosas actividades caritativas”. Muchos jóvenes católicos crecen presenciando los servicios espirituales y sociales que ofrece la Iglesia, y eso los anima a descubrir su vocación como jesuita. “Ya teníamos cuatro novicios en nuestro programa de noviciado y otros seis se incorporaron en junio”, informa el padre Ripon, que también es maestro de novicios de la Compañía de Jesús en Bangladesh.
“La Iglesia bangladesí es pobre y dispone de muy pocos recursos”, explica el padre Ripon. Por eso los jesuitas pidieron a ACN que apoyara la construcción del nuevo noviciado. ACN “respondió inmediatamente diciendo que nos ayudaría”, señala el sacerdote. El nuevo noviciado se inaugurará este 16 de julio. El padre Ripon da las gracias a los benefactores de ACN: “Gracias a su generoso apoyo estamos terminando las obras y, en los próximos años, con este nuevo noviciado esperamos que haya más vocaciones. Así que, gracias por todo el apoyo que han prestado a la misión jesuita de Bangladesh a través de ACN”.