La Iglesia católica ha venido desempeñando mediante el diálogo un papel discreto, pero importante, que podría contribuir al fin del azote de violencia terrorista en el norte de Mozambique. El padre Eduardo Roca fundó en 2017 el Centro Interreligioso por la Paz en la diócesis de Pemba. Fue en ese mismo año cuando comenzaron los atentados terroristas en Cabo Delgado.

“La Iglesia católica no solo está preocupada, sino también implicada y decididamente empeñada en hacer todo lo posible por que haya negociaciones de paz”, afirma este socio de proyectos de ACN que trabaja en Mahate, diócesis de Pemba, desde 2012. Este compromiso existe “a nivel religioso, pero también a nivel académico y entre las comunidades locales”.

Las palabras del sacerdote llegan en un momento en que se están produciendo nuevos intentos de establecer un diálogo para poner fin a la violencia armada. La Iglesia se encuentra en una posición privilegiada para ello, debido a su presencia sobre el terreno y al contacto que mantiene incluso con las comunidades más pequeñas y remotas. “Estamos animando a los párrocos a crear grupos interreligiosos y estamos impartiendo formación en todos los distritos del norte para promover el diálogo interreligioso y tender puentes que permitan a la gente reunirse y hablar en un entorno seguro”, explica el padre Eduardo Roca.

 

“Desradicalizar las mentalidades”

 Para los próximos meses ya están previstos varios actos. “En la segunda quincena de julio y luego, en agosto y septiembre, celebraremos encuentros en Palma, Mocímboa da Praia y Macomia con unos 50 líderes de organizaciones musulmanas y cristianas, para estudiar y promover el documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común firmado por el papa Francisco y el gran imán de Al-Azhar,”, cuenta el párroco.

Mahate es, en muchos sentidos, el lugar perfecto para estos esfuerzos. Esta barriada empobrecida que se extiende a lo largo de una carretera polvorienta es el centro del islam en la ciudad de Pemba, y es uno de los lugares donde nació el movimiento que desembocó en la insurgencia islamista que, a su vez, ha acabado convirtiendo casi todo Cabo Delgado en zona de guerra. Pocas personas conocen este lugar tan bien como el padre Eduardo Roca, que explica a ACN la necesidad de “trabajar con las comunidades locales para ayudar a desradicalizar la forma de pensar; y es que hay una mentalidad que se ha extendido entre los líderes locales y que ha introducido esas ideas violentas que se vinculan al islam. Nosotros estamos intentando contrarrestarla”.

 

“Dios nunca apoya la violencia”

 La implicación de la Iglesia en un proceso de paz para Cabo Delgado fue anunciada en una nota pastoral de los obispos de Mozambique en noviembre del año pasado. En ella se destaca la necesidad de establecer un diálogo -en lugar de emplear la fuerza armada- para acabar con el terrorismo en el país. “Todos debemos unir nuestras fuerzas para encontrar soluciones a esta calamidad, en lugar de confiar únicamente en la fuerza militar. Nosotros queremos recordar a todos los implicados en esta guerra las palabras del papa Francisco: ‘El Dios de la paz nunca conduce a la guerra, nunca incita al odio, nunca respalda la violencia. Y nosotros, que creemos en Él, estamos llamados a promover la paz a través de instrumentos de paz, como el encuentro, las negociaciones pacientes y el diálogo, que es el oxígeno de la convivencia común’”.

La insurgencia que siembra el miedo y la muerte en Mozambique -sobre todo en las provincias de Cabo Delgado, Niassa y Nampula- comenzó en octubre de 2017. Entretanto, se ha cobrado la vida de más de 4.000 personas y ha provocado el desplazamiento en el país de alrededor de un millón de mozambiqueños.

ACN ha proporcionado ayuda a la Iglesia de Mozambique, concretamente a través de proyectos de asistencia pastoral, psicológica y social, pero también mediante el suministro de material para construir centros comunitarios y la compra de vehículos para los misioneros que atienden a los desplazados. Además, ACN concederá una beca de formación a un sacerdote local para prepararlo como asesor eclesial en temas relacionados con el Islam y el diálogo interreligioso.