En algunas partes de África, los niños que nacen discapacitados son considerados malignos y, a menudo, son sacrificados. La religiosa Therese y sus compañeras de las Hermanas Marianas del Amor Eucarístico dedican su vida a rescatar, cuidar y amar a estos niños rechazados por sus propias familias. Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ya ha ayudado a estas religiosas, por ejemplo, financiando recientemente la construcción de un nuevo convento.
Su nombre es Hna. Stan Therese Mumuni, pero para los más de 130 niños que ya ha rescatado de una muerte segura en los últimos quince años, es más que una hermana: es una madre y una salvadora.
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La Hna. Therese trabajó como religiosa en Nigeria durante quince años antes de responder a una llamada de Dios que le indicó que regresara a Ghana, su país natal. Invitada por el entonces obispo de Yendi, reunió algo de dinero y alquiló a una familia musulmana una casa que se convertiría en el primer hogar real de los niños que empezó a acoger.
En muchas partes de África, incluida esta zona del norte de Ghana, se considera que los niños que nacen con discapacidades mentales o físicas están embrujados o son “malignos”, por lo que, a menudo, se les abandona para que mueran o se les da muerte directamente. Ahí es donde interviene la Hna. Therese, que asume la custodia de esos niños y les ofrece un hogar donde son amados y cuidados por 15 Hermanas Marianas del Amor Eucarístico y 35 miembros del personal que ayuda a cuidar a los 120 niños.
“Es terrible ver que, sólo por no poder hablar, la gente piense que un hermoso niño debe ser condenado a muerte. Sólo por no poder caminar o sólo por no poder ver. Con un niño ciego, la madre no puede ir a buscar agua o labrar la tierra con las demás mujeres de la comunidad porque le dicen que tiene un hijo maligno. Y si ocurre alguna desgracia en el pueblo, le echan la culpa al niño y lo matan”, explica la Hna. Therese durante una visita a la sede internacional de ACN en Alemania.
“Tu Dios es poderoso”
El norte de Ghana es una región confesionalmente mixta donde, según la Hna. Therese, entre el 35% y el 40% de la población es cristiana, aproximadamente el mismo porcentaje es musulmán y el 25% restante de la población practica religiones tradicionales africanas.
“Las creencias tradicionales afectan a los niños. Si un niño nace ciego, se le considera maligno, y si no puede hablar, también. Si una madre muere durante el parto, la familia rechaza al niño porque lo considera maligno. Incluso si el niño está en el hospital, la madre huirá y lo abandonará, entonces el hospital nos llama para que vayamos a salvarlo, pues a estos niños los matan por considerarlos malignos”, dice la religiosa.
En algunos casos, las familias se abstienen de matar inmediatamente a sus hijos y, en su lugar, los llevan al Hogar Nazaret para los Niños de Dios. La Hna. Therese recuerda una ocasión en que una familia la informó de que la niña que le iban a entregar era responsable de la muerte de más de una docena de miembros de su comunidad.
“Yo les pregunté si había usado un cuchillo o una pistola. Lo negaron, añadiendo que era maligna, que no veía. Entonces yo les dije: ‘Así que la vais a traer aquí y entonces me matará a mí y a todos nuestros niños’, me respondieron: ‘No, tu Dios es poderoso, no puede matarte’. Eso significa que saben que servimos a un Dios poderoso y eterno”, añade la Hna. Therese.
La labor de estas religiosas también es pastoral, aunque las semillas tarden en germinar. “Yo les dije: ‘Si sabéis que mi Dios es poderoso, venid a mi Iglesia, uníos a nosotras, pero me dijeron que no, que no podían hacerlo”, recuerda la Hna. Therese.
Al frente de un ejército en oración
El trabajo de las Hermanas Marianas del Amor Eucarístico sigue dando frutos, pero ello sólo es posible gracias a la ayuda que reciben del extranjero, pues Ghana atraviesa una crisis económica, agravada por la guerra de Ucrania. Recientemente, ACN ha apoyado la construcción de un nuevo convento para las religiosas que, no obstante, necesitan más ayuda para nuevos proyectos. Así, en estos momentos necesitan un vehículo, sobre todo para poder llevar en caso de emergencia a los niños al hospital, que está a una hora y media del Hogar Nazaret.
Pero también hay otras necesidades, como ropa para los niños y las religiosas, y matrículas universitarias para algunas de las novicias. “Nosotras no queremos tener que pedir dinero para cada pequeña cosa, por eso queremos ayuda para poner en marcha proyectos que, a su vez, generen fondos. Por ejemplo, podemos poner en marcha una escuela, entonces obtendríamos dinero de las familias que envíen allí a sus hijos; o una clínica, donde también podríamos tener pacientes de pago”, explica la Hna. Therese.
A quienes se sorprenden ante la energía, la confianza y el optimismo de las religiosas, ella les explica que tienen un ejército en oración trabajando entre bastidores. “Mis niños son guerreros de la oración. En las comidas, aunque estén muy hambrientos, se quedan de pie esperando a que todo el mundo esté servido y rezan antes de comer. Rezan el rosario todos los días. Cuando estoy fuera, cada vez que los llamo me dicen que han rezado por mí y por tal o cual persona. Rezan mucho”, concluye.
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