La parroquia de Ampangalatsary está ubicada en la parte oriental de la isla de Madagascar, en plena selva tropical. Allí, los fieles llevaban mucho tiempo soñando con una iglesia propia, porque tenían que caminar más de cinco kilómetros para asistir a la Misa más cercana. Aunque la mayoría de la población vive en la pobreza, los fieles realizaron con grandes sacrificios una colecta para la construcción de una iglesia propia, pero no lograron reunir los fondos necesarios. Por esta razón, el párroco se dirigió a nosotros para preguntarnos si podíamos ayudarlos, y nuestros benefactores no defraudaron a la parroquia y donaron 12.000 euros.
Sin embargo, la construcción no fue fácil, pues durante la pandemia resultó arduo conseguir los materiales de construcción, y además, los precios subieron considerablemente. A ello se sumaron unas condiciones meteorológicas desfavorables, pues en esa región llueve ocho meses al año, y eso dificultó el transporte de los materiales y la realización de las obras. Finalmente, a ello se sumaron otros factores desfavorables, como, por ejemplo, las tormentas tropicales. No obstante, la nueva iglesia ya está terminada para gran alegría de toda la comunidad, y cuando fue consagrada por Mons. Rosario Saro Vella, cerca de 1.900 fieles participaron en la celebración.